¿Cómo lograr la sustentabilidad agrícola?
Artículo escrito por los siguientes investigadores:
Alexander Neaman, Especialista en suelos y medio ambiente, profesor titular del Instituto de Ingeniería Agraria y Suelos, Facultad de Ciencias Agrarias y Alimentarias, Universidad Austral de Chile.
Delcy Mejía-Aguilar, Psicóloga, asistente de investigación en el Centro Transdisciplinario de Estudios Ambientales y Desarrollo Humano Sostenible, Universidad Austral de Chile
Cuando hablamos de la sustentabilidad agrícola, varios expertos prefieren analizar la situación usando enfoques netamente agronómicos y proponiendo soluciones puramente técnicas. Pero ¿usted quiere saber cómo la sustentabilidad agrícola encaja en un contexto mucho más amplio? De ser así, le invitamos a leer este artículo, el cual intenta dar una mirada diferente. En la opinión de los autores, los «problemas ambientales» son en realidad problemas del comportamiento humano.
La ciencia ha sido muy eficiente en cortar el mundo en pequeños trozos, y examinar profunda y aisladamente cada pequeña pieza, convirtiendo este proceso en diversas disciplinas. Sin embargo, al diversificarnos tanto, nos olvidamos convenientemente de que las piezas en realidad se encuentran aún conectadas a un todo. El artículo invita a los lectores a observar que el enfoque de una sola disciplina —en este caso, la agronomía— genera una visión fragmentada.
El famoso triángulo del desarrollo sostenible propone la conciliación entre los «tres pilares»: económico, social y ambiental. A su vez, un comportamiento sostenible incluye acciones destinadas a proteger tanto a los ambientes humanos (sociales) como a los naturales, por lo que dos de sus componentes son el comportamiento prosocial y el ecológico. El primero se define como una conducta destinada a beneficiar a los demás, mientras que el segundo se define como las acciones que contribuyen a la preservación del medio ambiente.
Un estudio científico realizado por los autores demostró que estos dos comportamientos están estrechamente relacionados entre sí. Es decir, las personas que ayudan a los demás también se encuentran predispuestas a ser cuidadosas con el medio ambiente. En base de estos resultados experimentales, los autores interpretan que, para las personas con mayor grado de socialización, el medio ambiente se siente como algo propio. En la opinión de los autores, no podemos realmente corregir nuestro trato con el medio ambiente mientras ignoremos nuestra relación con las demás personas.
Por otro lado, los resultados de la investigación permiten convertir el triángulo del desarrollo sostenible en una ecuación que divide el aspecto socio-ambiental del económico. Esta ecuación simplifica el análisis, llevándonos a una inevitable conclusión: no se puede lograr la anhelada sustentabilidad agrícola sin un cambio en el actual sistema económico. Es importante destacar que gran parte del progreso de la civilización humana se ha derivado de la competitividad. Sin embargo, este enfoque no puede seguir existiendo en el mundo global. Pero ¿cómo se puede lograr un cambio?
Transformación fundamental
Algunos economistas afirman que el sistema económico actual requiere la instalación de un aspecto prosocial, para evitar el enorme daño que la feroz competencia económica causa a la sociedad. El sistema económico actual no se creó por sí mismo. Nosotros creamos la economía; ésta es un reflejo de nuestras relaciones. Por lo tanto, el cambio económico depende de la transformación de las relaciones humanas. Tales razonamientos conllevan al postulado que el proceso del desarrollo sostenible comienza, en la realidad, con la modificación de nuestras relaciones sociales, lo que implica modificar nuestra actitud con las demás personas. La economía podrá mejorar si cambiamos nuestro grado de socialización.
El paradigma del sistema económico actual se basa en una tendencia de constante crecimiento de la producción, incluyendo la agricultura. No obstante, está claro que no puede existir un crecimiento productivo ilimitado en nuestro planeta con los recursos naturales limitados. Se requiere hacer la transición hacia un modelo de una nueva economía —que se basa en el consumo razonable y equilibrado— y dejar de producir sólo para aumentar las ganancias. La crisis multifacética que vivimos hoy en día —sanitaria, ecológica, económica y social— nos obliga a repensar ciertos paradigmas, para enfocarnos y ver nuestros hábitos de consumo. La situación actual nos demuestra claramente que necesitamos mucho menos de lo que tenemos. En una nueva economía, no tendremos la necesidad de producir exceso de alimentos, de poseer demasiada ropa, etc. Así, nuestra agricultura también va a transformarse en un sistema armonioso y sostenible.
Este artículo fue públicado en El Mercurio Campo